El fuego ha acompañado a la gastronomía desde sus orígenes. Más allá de ser una técnica de cocción, cocinar a la brasa es una experiencia sensorial que transforma por completo los alimentos. En Ruta 987 lo sabemos bien: el fuego no solo cocina, también aporta carácter, aroma y textura únicos. En este artículo te contamos por qué la brasa marca la diferencia y cómo potencia los sabores como ninguna otra técnica.
El poder del fuego: tradición y sabor
Cocinar con fuego directo es una de las técnicas más antiguas de la humanidad, y, sin embargo, sigue siendo una de las más apreciadas. Cuando un alimento entra en contacto con las brasas, se produce una reacción química natural (conocida como reacción de Maillard) que crea una capa crujiente y dorada en el exterior, mientras mantiene la jugosidad interior.
Esto significa que la brasa aporta:
- Aromas ahumados difíciles de replicar en otras técnicas.
- Texturas únicas, con contraste entre lo crujiente y lo jugoso.
- Un sabor profundo y auténtico, que potencia la esencia de cada producto.
En Ruta 987, trabajar la brasa es un arte: seleccionamos cuidadosamente el tipo de carbón o leña, controlamos la intensidad del fuego y respetamos los tiempos de cada alimento.
La elección del carbón y la leña: clave para el resultado
No todas las brasas son iguales. El tipo de combustible que se utiliza influye directamente en el sabor final de la comida:
- Carbón vegetal: aporta calor intenso y uniforme, ideal para cortes gruesos de carne.
- Leña de encina o roble: proporciona un aroma más profundo y característico.
- Mezclas de maderas frutales: dan notas más suaves y dulces, perfectas para verduras o pescados.
En nuestro restaurante trabajamos con maderas seleccionadas que refuerzan los matices de la carne y aportan personalidad a cada plato. El objetivo es lograr un equilibrio entre potencia y sutileza, para que el sabor natural de los alimentos sea el protagonista.
No solo carne: la versatilidad de la comida con el fuego
Aunque solemos asociar la brasa a la carne, lo cierto es que esta técnica se adapta a muchos otros productos. Verduras, pescados, mariscos e incluso postres como frutas caramelizadas adquieren un carácter especial al contacto con el fuego.
En Ruta 987 nos encanta experimentar y ofrecer a nuestros clientes la oportunidad de descubrir que la brasa no entiende de límites: todo producto puede beneficiarse de la magia del fuego.

La experiencia del fuego: mucho más que comer
El fuego tiene un componente emocional. Una comida a la brasa evoca reuniones familiares, celebraciones y momentos compartidos alrededor de la mesa. En un restaurante, ese valor se multiplica: no es solo comer, es vivir una experiencia que involucra todos los sentidos.
El crepitar de las brasas, el aroma envolvente y la textura inconfundible hacen que cada bocado sea único.
¿Por qué la carne sabe diferente cuando se cocina a la brasa?
La diferencia está en el fuego. El calor directo carameliza los azúcares y proteínas de la carne, creando una capa crujiente llena de sabor. Además, los jugos naturales se concentran, lo que da como resultado una carne más jugosa, aromática y con un sabor profundo que no se consigue con otras técnicas de cocción.
¿Qué alimentos se pueden cocinar a la brasa además de la carne?
La brasa es muy versátil. Además de carnes, se pueden preparar verduras (pimientos, calabacín, berenjenas), pescados enteros, mariscos e incluso frutas como la piña o el melocotón, que al caramelizarse adquieren un sabor sorprendente. En Ruta 987 exploramos todas estas opciones para ofrecer experiencias diferentes en cada visita.
Cocinar a la brasa es mucho más que aplicar calor: es una técnica ancestral que aporta autenticidad, aroma y un sabor inigualable. En Ruta 987 hemos convertido el fuego en parte de nuestra identidad.
Ven a descubrir por ti mismo cómo la brasa transforma los alimentos y convierte cada comida en una experiencia única.

